Sobre Jean-Jacques Rousseau puedo decir que siento mayor admiración por su vida y cualidades que por su obra, puesto que si bien por la segunda no he sentido apenas interés no ha ocurrido igual con la biografía del hombre, que lejos de dejarme indiferente como la obra, me ha llenado de admiración; nace en Ginebra, hijo de un relojero y huérfano de madre, abandona el hogar paterno en plena adolescencia y pasa la juventud recorriendo Europa y viviendo aquí y allá de lo que va saliendo, se aloja algún tiempo en casa de un sacerdote fingiendo querer convertirse al catolicismo, después va viviendo en distintas casas acogido por todo tipo de damas, hasta que conoce a Thérèse le Vasseur, lavandera de París, ignorante, vulgar y poco agraciada, con la que vive hasta el fin de sus días, al parecer en completa felicidad, aunque no se casen hasta pasados veinte años; tiene cinco hijos que irá abandonando en hospicios; esta historia me hace recordar el caso de Heine, quien también se casó con una muchacha inculta, vulgar, hija ilegítima de una campesina, y con la que halló la felicidad, Mathilde la llamaba él, todo esto demuestra que para las mentes elevadas, la mujer resulta siempre fatal y tanto más cuanto mayor sea la preparación intelectual de esta pues es entonces cuando se produce el incesante choque de opiniones entre no y otro que avoca indefectiblemente en la continua discusión y en la disputa y por tanto en la infelicidad, y en cuánto puede este hecho ser mermado por la falta de cultura de la esposa no puedo yo ciertamente dar argumento alguno pues nada sé al respecto pero el sentido común y mi inclinación personal me hacen ser de la opinión que sostuvieron estos dos razonables pensadores.
De cualquier forma no consigo asociar a ese Rousseau que fue maestro de la penosa Revolución Francesa y que, por tanto, debía exaltar al hombre y la cultura, con los textos que de su mano salieron para decir cosas como que todo degenera en manos del hombre o que las ciencias son incompatibles con la virtud; si proponía al individuo entregado de vuelta a la vida natural e individual del ideal Robinson Crusoe cómo podía tener lazo alguno con la idea de aquella revolución de las masas que nos ha llegado a conducir a la vulgar estupidez de nuestros días.
(c)Jack!94
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