sábado, 8 de noviembre de 2008

EL PARAÍSO PERDIDO


EL PARAÍSO PERDIDO. MILTON

La primera aproximación que tuve a la obra de Milton fue una edición bilingüe del libro I que me regaló un amigo, se trataba de una de esas obras en las que el traductor erudito de turno se proponía, con éxito, eclipsar la figura del autor, si no en calidad, por lo menos sí en extensión, y conseguimos con esto una edición en la que el número de páginas firmadas por el traductor dobla el de aquellas en las que le es permitido expresarse al autor; de modo que cometí el craso error de pretender comenzar la lectura por toda esa ferralla de introducciones, biografías, notas y demás, en lugar de hacer caso omiso a las mismas, de lo que no pude conseguir extraer más que las opiniones del señor erudito, y sus ideas sobre las pretensiones de Milton y sobre el 'significado real' de su obra y... el resultado fue que para mí, un total desconocedor hasta entonces del poeta ciego, este se apareció (con o sin razón, eso es lo de menos) como un panfletista politizado con la por mí tan detestada intención de 'dejar algo escrito para la posteridad, algo que nadie querrá olvidar', es decir, la predisposición al intentar la creación de la obra, estudiando el efecto que se pretende obtener del público, cosa que, como he dicho, considero el colmo de lo censurable; todo esto fue la opinión que obtuve de ese libro y que me impidió comenzar siquiera la lectura del poema, después, leyendo a Borges, que siente gran admiración por el poeta inglés, pensé que hay que leer al autor primero, y luego juzgar su obra por uno mismo, actitud que siempre he practicado; los prólogos no deberían existir, el propio Borges, por otras razones sin duda, prefería con mucho el epílogo al prólogo, y creo que así es, la obra ha de hablar por sí misma, luego pueden ofrecerse interpretaciones que el lector puede o no afrontar; la responsabilidad de ese mismo epílogo ¿por quien deberá ser sostenida? No creo que nadie, a parte del propio autor o alguien cercano a su persona pueda señalar nada respecto a una obra.

La lectura de la obra de Milton, ya sin las trabas de opiniones ajenas, se me ha aparecido tal y como le corresponde, como un digno legado de la épica clásica, desde Homero a Virgílio hasta llegar a Dante; el papel del héroe Satán se me aparece como un sorprendente Aquiles o Ulises, un mítico guerrero que, enfrentado a la opresión del Tirano celestial pretende una venganza ejemplar; destacar la descripción de la batalla celeste, que rememora los pasajes de las monumentales luchas que aparecen en el Mahabharata; el personaje encarnado por Adán representa al hombre moralmente libre original, sin la limitación que la sociedad le ha impuesto y sin las trabas que la mujer le ha causado desde aquel momento; Eva es, pues, la encarnación de la mujer, con sus virtudes naturales y toda la carga de defectos que en ella podemos ver hoy día (sobre todo hoy día); en la época del paraíso, Eva respeta a Adán y lo admira como amo y señor, y este se siente naturalmente atraído hacia ella a causa de su belleza y sumisión, sin embargo ya entonces la mujer pretende revelarse ante la autoridad del hombre, al intentar demostrarle a Adán que puede presentar resistencia a la anunciada amenaza del poder del enemigo, Adán le responde así:

"Pero otra duda me sorprende, y temo

Que daño te suceda separada

De mí; pues ya sabes la advertencia que

Se nos ha hecho, y que un enemigo

Malicioso, que envidia nuestra dicha

Busca desesperado ocasionarnos

La ruina y el oprobio con artero

Ataque" (...)

(IX, 251-258)

aunque evidentemente Eva no desiste de su empeño y, empleando las artes que a la mujer les son dadas, convence al hombre para conseguir sus propósitos, siendo por fin tentada por Satán confundido en el cuerpo de la serpiente; la descripción que se hace de la vida cotidiana en el paraíso es pareja a la tradición bíblica, y nos habla de la abundancia de frutas y plantas, así como de animales, todo ello en pacífica armonía, no existiendo aún la mutabilidad y corruptibilidad de los cuerpos, ni la agresividad entre las especies; sin embargo es notorio el tratamiento que Milton hace de la relación primera entre Adán y Eva, al presentárnoslos como una pareja ideal en la que la relación amorosa es insinuada como algo más allá de lo aceptado por las rígidas normas religiosas de la época de Milton y de la nuestra propia:

"Esto fue lo que juntos pronunciaron,

No observando otros ritos que no fueran

Adoración, que es lo más grato a Dios,

Y cogidos de la mano se allegaron

Al íntimo rincón de su cobijo;

Y dispensados de quitarse estos

Enojosos disfraces que llevamos

Se acostaron el uno junto al otro,

Y -me imagino- Adán no se apartó

De su bella mujer, ni rehusó Eva

Los misteriosos ritos del amor

Conyugal; dejad que los hipócritas

Hablen con rigidez de la pureza,

El lugar, la inocencia, declarando

Impuro lo que Dios declara puro"

(IV, 738-748)

en donde se aprecia claramente la opinión de Milton a cerca de los rituales de la tradición, y también sobre las prohibiciones y tabúes con los que la religión ha hipotecado las relaciones sexuales del hombre; por último, referir el caso del árbol de la ciencia, ¿que significa este símbolo? Para muchos ha sido simplemente una prueba a la fidelidad del hombre, para otros, el fruto que otorgaría el conocimiento al ser humano; el hombre, al desobedecer el mandato divino pierde todos los 'privilegios' de que disponía en el paraíso, es decir, se hace mudable y corruptible, tiene que luchar contra la adversidad y ha de procurarse el sustento, a cambio de esto obtiene conciencia sobre sí mismo y sobre su posición en el mundo, de donde hemos de suponer que antes de cometer el pecado era tan imperfecto como lo puede ser ahora, aunque por distintas causas; la imperfección del hombre tras el pecado original se basa en la ya citada corruptibilidad y en la ausencia de bondad en la naturaleza, sin embargo, antes de este pecado, su imperfección consistía en su absoluto desconocimiento de las cosas y en su falta de libertad, tanto por el hecho de ser un rehén del paraíso, como por el de no poder expresar su libre albedrío; como alguien ha dicho, Adán y Eva no eran más que un par de tristes jubilados condenados a cuidar eternamente de un jardín; otra posible digresión en torno al problema del árbol de la Ciencia es el hecho de que, en palabras de Satán, cuando la serpiente come del fruto pasa del estado psíquico del animal al del hombre, hay un salto cualitativo en su naturaleza, el animal logra el raciocinio propio del hombre, de aquí se sigue que cuando el hombre prueba el mismo fruto ha de conseguir el salto a la cualidad superior, y esto no puede ser más que el estado de los dioses; la objeción básica -y única posible- a esta idea es aducir que Satán mentía, y que la serpiente en realidad no había probado el fruto, por lo que nada se sabe acerca de las propiedades de aquel; sin embargo este es otro problema, pues lo que aquí nos importa es la idea que Milton podía sostener, y esta idea aparece claramente expresada en los siguientes versos:

"¿Y con qué fin se os prohibió?, ¿Para aterraros

Y teneros sumisos e ignorantes

Adoradores? El sabe que el día

Que comáis de este fruto, vuestros ojos,

Que parecen tan claros y están turbios,

Se abrirán y despejarán del todo,

Y seréis como dioses, conociendo

Igual que ellos lo mismo el mal que el bien."

Que seáis como dioses, ya que yo

Me he transformado interiormente en hombre,

Resulta una apropiada proporción;

Yo me convierto de bruto en humano,

Vosotros de humanos pasaréis a dioses.

Así que acaso moriréis, dejando

Lo humano para llegar a ser dioses;

Deseada muerte, aunque amenazadora,

Pues nada peor que esto ha de traeros."

(IX, 704-718)


©Jack!(n/a)

No hay comentarios:

TEST VELOCIDAD ADSL

Test de velocidad

Con esta herramienta puede medir inmediatamente y de forma gratuita la velocidad de su línea ADSL y de conexión a Internet.


(c) my-speedtest.com/es/ - test de velocidad

whos.amung.us


Datos personales

Mi foto
Mt. Erebus, Virginia Plain, Antarctica

LA PLAGA HUMANA

"Hubo un tiempo en que eran innumerables la tribus de hombres que vagaban por la Tierra..., la anchura de la Tierra de profundo seno. Zeus, al notarlo, apiadado, decidió con su gran prudencia aligerar la Tierra, que todo lo nutre, de hombres, excitando para ello la gran contienda ilíaca, pues habíase decidido a que el número de hombres disminuyera por medio de la muerte. Por eso se mataban los hombres en Troya, cumpliendo la voluntad de Zeus.”