Toda obra de creación elevada que no esté acompañada por una vida del mismo nivel carece totalmente del valor que le habíamos supuesto por descubrirse entonces como falsa y fingida; admirar a Schumman por su música es admirarlo por su vida consecuente con esas ideas musicales, admirar a Schopenhauer por su filosofía es admirarlo por su coherencia al llevar una vida acorde con lo que predicaba, admirar la obra de un Kafka que expone con resignación la insignificancia del hombre ante la abrumadora fuerza del mundo exterior es admirarlo por haber llevado una vida exactamente coherente con eso, y por no haber hablado de una forma y vivido de otra; admirar también, si es que se tiene la preparación suficiente, a ese genio llamado Jean Genet es admirarlo por su obra y por su vida consecuente, lo mismo que podríamos argüir en defensa de Burroughs o Bukowsky; es por eso que me ha sucedido que al examinar la biografía de algunos a los que había llegado a admirar por su obra, y descubrirla mediocre, vulgar y en suma opuesta a sus prédicas, he cambiado mi admiración en desprecio, en el desprecio del engañado; esto se refleja sobre todo en los casos recientes, y tanto más cuanto más actual es el individuo; Billie Holiday suele ser acusada de haber vivido de una manera corrompida, de haber sido víctima del mundo de las drogas, hecho por el que moriría años después, pero qué se podría esperar de una mujer que cuando cantaba transmitía esa filosofía, esa forma de vivir, qué podríamos haber esperado, acaso verla algún día sumida en la opulencia de la por entonces pujante clase alta proveniente del mundo del espectáculo americano... esto hubiera sido una traición; ha habido algunos artistas contemporáneos de renombre que me han impresionado por su obra pero que después, sus propios actos me los han hecho detestar, esto ocurre sobre todo en uno de los medios más degradantes del arte, el cine, donde los espíritus débiles tardan bien poco en sucumbir, donde las primeras buenas intenciones se ven transformadas en vómitos y vacuidades muy pronto; existe una larga lista de estos detestables, entre los cuales citaré tan solo a modo de ejemplo a Win Wenders, que tras algunas colaboraciones con literatos alemanes (ej. Peter Handke) y algunos intentos de sublimizar el séptimo arte con filmes del tipo 'Der Himmel Über Berlin' se ha visto precipitado en estupideces sin número, en recreaciones de lo vulgarmente social, lo que el público descerebrado quiere ver, lo que, en fin, el imperio del dólar parece haberle exigido consciente o inconscientemente; otros detestables de este tipo no merecen ser nombrados siquiera, por ejemplo el joven y americano director de culto que, tras numerosas incursiones de su obra en terrenos ambiguos, ha terminado arrastrando su nombre por las pantallas de la televisión en creaciones aptas para todos los públicos o aptas para imbéciles (en el sentido estrictamente médico, por supuesto); y a quien salvar de la quema, me pregunto, pues en este absurdamente llamado séptimo arte apenas debería dejarse títere con cabeza; una pregunta final: tendremos que agradecer eternamente a nuestro queridísimo Fassbinder el haber muerto antes de que la triste decadencia le alcanzase, o por el contrario siempre habría sido fiel a su lenguaje... nunca lo sabremos, la muerte es el mejor medio de evitar la destrucción del hombre, al igual que el fuego en ciertos puntos del bosque es el mejor remedio contra el incendio devastador la destrucción del cuerpo puede en ocasiones representar su único medio de salvación.
©Jack!(n/a)
No hay comentarios:
Publicar un comentario