sábado, 17 de enero de 2009

EL HOMBRE QUE AMABA ODIAR

Foto:Jack!09


Mientras miras a través de la ventana te lo dices muy lentamente mientras saboreas esos pensamientos y tus palabras suenan en esa cabeza que retumba y zumba como un extraño aparato impulsado por alguna energía desconocida que a veces piensas que viene de cualquier lugar ajeno a este mundo y a veces piensas que viene directamente de tu interior y a veces piensas que viene de alguien distinto a ti o sea de alguien que te maneja como se manejan los títeres y de alguien que mueve los hilos que te accionan sin tú ser consciente de ello y piensas que seguramente ese alguien es quien acciona los hilos de la mayoría de las personas de este mundo y piensas que ellos tampoco deben ser conscientes de que alguien está pensando por ellos y que está determinando su presente y su futuro como suele decirse y sigues mirando a través de la ventana mientras te lo dices una y otra vez y cuanto más lo repites más rápido se mueve la sangre por tu cuerpo y cuanto más lo repites más enérgicamente bombea tu corazón y más consciente eres de ello mientras te lo repites una y otra vez en tanto miras a través de la ventana y ya no te importa si realmente alguien te mete esas ideas en la cabeza o bien si son realmente tuyas pues piensas que no es importante y realmente piensas que en realidad no es realmente importante y que no importa si tú las piensas o si alguien o algo externo las piensa por ti y te las introduce después en tu mente para hacerte creer que tú mismo piensas esas cosas que no has pensado realmente y que otro ha pensado por ti así que sin importarte ya el origen de tus ideas sigues pronunciando la frase que te hace estremecer y que te asusta y que te llena de vida y también de energía y ves entonces que te tiembla el labio inferior mientras pegas tu mejilla al frío cristal detrás del que se extiende todo el universo imaginable y detrás del que el aire húmedo y a veces frío serpentea por entre hombres y bestias y por entre montañas y valles y el universo por donde el aire se mueve y la lluvia golpea y el sol deja caer sus rayos y los relámpagos restallan y todo eso que sucede en el universo que se extiende tras el frío cristal en el que se apoya tu mejilla y que empaña tu aliento al repetir una y otra vez en voz baja pero firme la palabra Hijos de puta y también la palabra Cabrones y algunas cosas más que pasan de tus pulmones a tus labios sin que tú las articules conscientemente y que escapan al exterior asustándote al llegar a tus oídos pues hace ya tiempo que no escuchabas el sonido de ninguna voz pues hace ya mucho que no ves a nadie y mucho tiempo hace que no hablas ni siquiera para ti y es como los locos o los paranoicos y ciertamente hace mucho tiempo que incluso te mueves con sigilo para no crear ruidos molestos que estorben tus pensamientos internos ya que piensas que las ideas no deben ser enturbiadas por los sonidos externos y por eso guardas silencio y te mueves con sigilo y evitas cualquier tarea que produzca ruido y alteración y por eso estás hoy con la cara pegada al cristal y hechas tu aliento al repetir Cabrones o al repetir Hijos de puta o al repetir Gentuzo y por eso te has sorprendido a ti mismo diciendo esas palabras que todo este tiempo atrás ya habías repetido en tu interior al escucharlas pronunciadas en voz alta por primera vez en mucho tiempo y es como si con eso hubieras despertado de un profundo sueño y te das cuenta de que han pasado muchos días desde que fuiste consciente por última vez de tu existencia como persona física y que por tanto has debido estar mucho tiempo sumido en un estado más o menos profundo de meditación como sabes que suele ocurrirte habitualmente cuando entras en ese estado interno que es ya corriente en tu forma de vida y que nada tiene ya que ver con tus primeras incursiones en lo que era el mundo de las meditaciones Vipassanâ y Samatha en las que tú entraste hace ya quien sabe cuanto y de las que terminaste degenerando paulatinamente en esta deformación como tú mismo llamas a veces al decir Esta profunda deformación de la realidad objetiva en la que me he despeñado y sonríes con inteligente malevolencia o bien con enajenación mental que quien lo puede distinguir pues tú mismo eres incapaz de usar un término que delimite tu estado actual y el lugar al que han ido a parar tus iniciales pensamientos y filosofías que comenzaron de la mano de aquellos que te trasladaron de aquel supuesto sendero que te llevaría a la liberación total a través del vencimiento de la ignorancia por medio del pleno conocimiento y por medio de la comprensión hacia los demás y hacia lo que es el hombre como ser hasta el sendero oscuro que sigues ahora como tú mismo te dices al verte de pie ante la ventana empañada y mirando al exterior sin ver realmente y musitando palabras sin decirlas realmente y pensando sin pensar realmente y bueno en definitiva viviendo sin vivir realmente y te dices sin embargo que quizás sería mejor no vivir o mejor no morir o quien sabe qué porque ya no estás seguro de lo que piensas y siempre te sucede que cuando piensas una cosa esa idea suele parecerte correcta o muy aceptable o excepcional o incluso genial pero cuando otra idea acude a tu mente y recuerdas siquiera vagamente aquella primera idea no puedes evitar el que se te aparezca como una idea incorrecta o inaceptable o execrable o incluso vomitiva y quizás tengas razón pues todas las ideas y todas las acciones y todas las cosas no dejan de ser más que ideas y acciones y cosas ridículas y erróneas sean del tipo que sean y tengan el nombre que tengan y provengan de la boca de quien provengan y además nada de eso tiene tampoco sentido pues si piensas sobre las cosas al final acabas perdiendo la noción de la realidad de estas o lo que es lo mismo que decir que si piensas sobre la vida o sobre la muerte de forma profunda y continuada o sea cerrando los ojos y olvidándote de todo lo demás y lo que te rodea y lo que te engulle y todo eso pues si lo haces y si piensas y si ese pensar lo haces de forma intensa y verdaderamente enérgica esto es en cuanto al pensar si lo haces así y si actúas de esa forma si piensas si piensas y al hacerlo sientes que ese pensar en esa vida o el pensar en esa muerte comienza a hacer que el concepto de esa vida se desdibuje en tu mente o el concepto de esa muerte se emborrone para ti y fluya ante tu vista como un concepto que se llama muerte y que te muestra sus contornos vagos y hasta indeterminados que parecen mirarte de un modo extraño mientras pasan ante ti a velocidad variable describiendo círculos y elipses a tu alrededor y trasmitiendo esa fuerza al aire que te rodea y que caldeado en su agitación te acaricia el rostro enviándote el fétido olor dulzón a carroña apestosa que es el único vínculo que sientes entonces con la antigua palabra y que tú utilizas de apoyo para intentar unir putridez y palabra y contorno vano en movimiento con idea y sensación con recuerdo y recuerdo con estremecimiento porque entonces mientras ves girar a tu alrededor la ya informe masa incorpórea te ves a ti mismo por alguna causa trasladado a un patio soleado en medio de un montón de polvo y en medio de un reververante griterío de críos que corren a lo lejos con sus pantalones cortos que dejan asomar las churretosas piernecillas con sus desolladas rodillas y sientes una sensación de haber hecho un bien al ver el cuerpo inmóvil de aquel otro muchacho flaco y débil y ensangrentado aunque no alcanzas a comprender en ese momento qué es lo que ha sucedido pero sabes sin embargo que la enorme piedra que ha abierto paso a toda aquella materia blanquinosa del interior de la pequeña cabeza ha sido lanzada por tu mano y miras tu mano y piensas que tú has debido hacer aquello y que no sabes porqué pero lo has hecho y al mirarte tus pequeñas manos sucias de polvo pero no de sangre te dices que en aquellas manos debe haber un símbolo de aviso que hará caer a todos sobre ti en cuanto llegue el momento y que de nada te servirá negarlo pues el crimen siempre sale a la luz cuando es enfrentado a la justicia y la justicia está constituida por el número y el número se protege a sí mismo y tú odiabas a ese escuálido muchacho porque era el único más insignificante que tú y porque otro chico te había golpeado no mucho antes y porque ayer mismo el profesor te había humillado como siempre hacen los profesores al enfrentarte al número y el número se ríe o no se ríe pero murmura cómplice del sistema y tus orejas coloradas parecen dos alas de avión a punto de despegar y entonces aparece el escuálido idiota al que nadie quiere siquiera escupir y tú piensas que hubieras matado al otro chico que te golpeó y que te hizo comer un puñado de tierra pero te dices que a ese ni loco y entonces estás en aquel solitario rincón donde ibas siempre a charlar con el idiota escuálido y donde él te escuchaba cuando hablabas del árabe loco simplemente para ver qué decía o cuando tú le oías decir algo sobre las hormigas gigantes mientras los demás hacían lo que llamaban su partido y que vosotros dos considerabais un estúpido correr tras la pelota y en aquel rincón oculto a la vista de los demás el miserable idiota babea por última vez como siempre hace pues su estupidez no le permite tragar la saliva como una persona y entonces dejas ya de hablar del Alhazrel y de Azathoth y los otros mitos porque acabas de recordar a aquel fortachón odioso que te hizo tragar la tierra y tocarle por entre los pantalones y sólo te agachas y tomas un cascote de buen tamaño y sin mediar palabra le abres la cabeza con toda tu fuerza al estúpido baboso y en ese momento pasa ante ti la idea vaga y deforme que huele a podredumbre y que tan sólo por eso sabes que se llama muerte y eso es lo que ocurre cuando piensas en las cosas con la suficiente concentración pues siempre acaban por desdibujarse a tus ojos y por convertirse en poco menos que deformidades sin relación con nada o incluso relacionadas con sus opuestos ya que la palabra que antes pronunciaban tus labios como muerte ahora corre desbocada entre la jauría de otras que llamaste vida o canción o sobre todo otra que parece encabezar la horda y que tiene el nombre de música y entonces dejas ya de pensar porque te cansas y tu dolor de cabeza no cesa y además no tiene sentido dar vueltas en la cabeza a todas esas cosas que a fin de cuentas no conducen a ningún sitio y que por lo demás son tediosas y cansinas y además jamás te abandonan así que a qué preocuparse por alimentarlas como te dices en ese momento y en tantos otros momentos mientras golpeas el teclado de marfil desgastado o clavas tu mano en un vientre caliente y convulsivo o quien sabe qué otras situaciones por las que has pasado o pasarás pues eres consciente de que la vida es un continuo ir y venir de las cosas y apenas puede uno hacerse una simple idea de lo que ha hecho de modo que cuánto menos podrá saber de lo que es el devenir pues a menudo ni los más oscuros pueden hacerse una idea siquiera aproximada de esas cosas y en lo habitual hemos de dejarnos de la mano de los acontecimientos como las hojas al viento que menciona la metáfora de la que tantas veces te has reído en ocasiones en las que no has tenido otra cosa que hacer y en ocasiones en las que ni siquiera escuchar la música de un negro con una trompeta y que no quiere que llamen jazz a su música puede hacerte salir de tu atolondramiento vital y en tu replegamiento sobre ti mismo como te gusta llamar a ti al replegarse sobre uno mismo y es en esas ocasiones cuando te ríes de la metáfora de las hojas al viento y de la música del miles negro y de ti mismo y de las bromas de la vida y sobre todo cuando te has cansado de pensar y de filosofar y de sacudirtela y cuando te encuentras incapaz de seguir hojeando las páginas blancas del viejo platón al que lees por puro placer de los sentidos y por puro placer de lo que es la filosofía en estado puro o también las páginas blancas del viejo Schopenhauer al que lees por puro placer de aprender las cosas importantes o las páginas blancas del viejo Nietzsche al que lees por puro placer de lo elevado o las páginas coloreadas de las ya arrugadas revistas que van del cajón al lavabo y del lavabo al cajón y en las que viven una colección de extrañas ninfas desinhibidas que te miran con pechos lascivos y ojos inteligentes pero que no existen en ningún lugar fuera de allí pues tú sabes que aunque extrañamente en realidad cada una de ellas tiene su doble en una mujer que tú conoces y con la que te cruzas a veces por la calle pero con la que te niegas a admitir que exista una relación directa a no ser que se deba al fruto de las extrañas casualidades que gestan los oscuros aquí y allí para confundir al hombre o tan sólo para reírse de él como solo ellos pueden hacer viéndonos a veces adorar a malvadas figuras que llamamos creadores o redentores o cosas así que pocas veces relacionamos con las siniestras fuerzas a las que dirigen y que a ti si has de ser en verdad sincero poco te importan porque no adoras ni a los unos ni a los otros y simplemente quisieras decir que bien está lo que bien acaba y que además la primera pistola que tuviste en tu adolescencia fue de las llamadas de fogueo y estabas muy contento esgrimiéndola en los callejones solitarios sin ser realmente consciente de su inutilidad hasta que comprendiste que no era asustar lo que pretendías y por eso hasta que no conseguiste tu primera pistola de fuego real no pudiste matar a nadie te dices mientras miras a través de la ventana y te dices que quisieras verlos a todos reventados en medio de las aceras y sobre los tejados de sus casas y atados en los postes telefónicos como modernas visiones de las alucinaciones de Bruegel el viejo y te estremeces al escuchar en voz alta tu voz que repite la frase que dice Hasta que reventéis todos y que tus labios desgranan trabajosamente sin importar que nadie pueda escucharla a parte de ti mismo que simplemente te estremeces allí plantado frente a la ventana del frío cristal e incluso sientes algo parecido a una ligera excitación mientras sigues pronunciando la frase que te produce un ligero temblor de manos y que te asusta y que te llena de vida y también de energía y ves entonces que te tiembla el labio inferior mientras pegas tu mejilla al frío cristal detrás del que se extiende todo el universo imaginable y detrás del que el aire húmedo y a veces frío serpentea por entre hombres y bestias y por entre montañas y valles y el universo por donde el aire se mueve y la lluvia golpea y el sol deja caer sus rayos y los relámpagos restallan y todo eso que sucede en el universo que se extiende tras el frío cristal en el que se apoya tu mejilla y que empaña tu aliento al repetir una y otra vez en voz baja pero firme la palabra Hijos de puta y también la palabra Cabrones.


©Jack!92
(De "El Taxidermista y otros cuentos")

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LA PLAGA HUMANA

"Hubo un tiempo en que eran innumerables la tribus de hombres que vagaban por la Tierra..., la anchura de la Tierra de profundo seno. Zeus, al notarlo, apiadado, decidió con su gran prudencia aligerar la Tierra, que todo lo nutre, de hombres, excitando para ello la gran contienda ilíaca, pues habíase decidido a que el número de hombres disminuyera por medio de la muerte. Por eso se mataban los hombres en Troya, cumpliendo la voluntad de Zeus.”